Todas aquellas personas que han pasado por algún tipo de crisis interior, o simplemente poseen ciertas inquietudes y profundidad, han llegado a un momento en sus vidas que se han preguntado cuál es el sentido de ésta y si estaban en el camino cierto o equivocado.
Cuando nos hacemos conscientes de algunas cosas que realmente importan, nos enfrentamos a esa epidemia que nos tiene sobrecogidos, que se caracteriza por esa sensación de vacío o inutilidad existencial. Es cuando sobreviene la ya familiar depresión que en un momento u otro de nuestro camino nos ha saludado con menor o mayor efusividad.
Muchas personas se sienten perdidas sin un cometido o un compromiso con el que cumplir y sentirse útiles. Las crisis son necesarias, pues ayudan a ir cincelando nuestro verdadero ser, desprendiéndonos de lo accesorios inútiles de nuestra personalidad y de nuestro ser. Una vez nos conocemos, elegimos libremente lo que experimentamos en nuestras vidas. Cuando profundizamos en lo que nos gusta y necesitamos realmente para realizarnos, y llegamos a reencontrarnos con nosotros, llegamos a lo que estamos llamados a ser, pero detrás ha quedado un largo camino, de preguntas y de dudas, así nació esta poesía...
TODO EN DUDA
Yo, con mi costumbre
de ponerlo todo en duda,
me pregunto,
sin dar nada por sentado,
conducida por mi lado masoquista
¿qué hago aquí, o allí? ¿O en el otro lado?
Tal vez, darle gusto a mi solitario
egocentrismo, escribiendo a diario.
Dibujando, con la sangre de mis dedos
palabras evocadoras, que mañana
no serán más que niebla...
bruma, de pasados remotos,
testigo silencioso de futuros inciertos…
Incertidumbre que golpea…
¡Qué sabia, sería yo,
si dejara de dudarme!
Pero sobre todo, si impusiese
el virginal silencio
en mi interior bullicioso.
No hay más pena que la ausencia
de sigilo en nuestro pensamiento.
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