Lo encontré una noche propicia. Nuestros caminos se cruzaron, tan solo unos instantes, y, sin quererlo, mutuamente, nos legamos cierta huella ambigua, pero profunda.
Tan solo los poetas de corazón huérfano, pueden entenderse en su locura, tan solo los que escriben con la verdadera sangre de sus venas, pueden hablar en el mismo idioma. Pero él, no era un poeta cualquiera. Él se retrató en sus silencios, con sus gestos, con sus miradas huidizas y su seria máscara de aparente insensibilidad. Su único sueño, era alcanzar algo grande, realizar un trabajo artístico que dejase un huella imperecedera…sí, solo así se marcharía tranquilo de este escenario de la vida. Al menos así lo entendí yo, tan solo con mirarlo. Mientras aquello no sucediese, se había hecho la promesa, a sí mismo, de permanecer impasible, como estatua de sal. Hablaba de amar sin sentir el amor, eso es lo que nunca olvidaré de él. Pero siempre que lo recuerdo, acude a mí la inspiración…
El sutil emisario del blues europeo, Gary Moore, comenzó jovencísimo, a tocar en una banda. A los diez y seis, estando con los Skid Row, su segunda apuesta por la música, conoció al guitarrista de Fleetwood Mac, al que conquisto con su exquisita cadencia y calidad musical, por lo que le consiguió un contrato con su discográfica. A partir de ese flechazo crucial, su talento irlandés se desarrollo en una prolífica y amplia carrera de rítmicos acordes, sembrada de temas inolvidables para más de una generación de seguidores y admiradores del rock y el blues. En los ochenta su espíritu se centró en el rock melódico, para más tarde rozar la concordancia celta. En los noventa flirteó con un estilo más intimista ligado al blues. Después de reinventarse a sí mismo, alejándose tanto del blues como del hard rock volvió a comienzos del dos mil para proseguir con su admirable blues, demostrando su fidelidad a éste estilo.
Recientemente se marchó. Quién sabe, quizás antes de su verdadera hora, víctima de un ataque al corazón, en la habitación de un hotel en (Estepona) Málaga. Dejando a sus muchos seguidores sorprendidos y apenados…Y más de uno se pregunta, en qué rincón del universo continuarán danzando las notas de sus magnificas melodías. Desde aquí, este es mi humilde homenaje, por las tardes que consiguió erizar los vellos de mi piel, con ese tono de voz profundo, dulzón y único….
Cuando era tan solo una niña, descubrí que me encantaba escuchar música, porque ésta invadía la estancia de mi casa con notas de luz radiante, mi imaginación volaba, y mis miedos a tantas cosas que desconocía se esfumaban. Un día tarareando el estribillo de una canción, que hablaba del amor, recibí mi primera lección negativa, respecto a este sentimiento universal. En tono amenazante y agresivo me hicieron callar, deje de cantar. Me dijeron que el amor no existía, y que si no abría los ojos, me iba a convertir de mayor en una víctima y me iba a tocar llorar mucho. Me sentí muy avergonzada de haber cantado aquel estribillo ridículo y me hice la promesa de controlar mis emociones y no permitirme el lujo de enamorarme ni de dejarme engañar por esa palabra, tan sobada y superficial.
Me enamoré más tarde, pero sofoque a la bestia que se incendiaba en mi interior alimentada por el pensamiento, de la mejor forma que pude. Aquella advertencia no me evito sufrimientos futuros, pero si me mantuvo en guardia ante cualquier tipo de sentimientos que me hiciesen sentir vulnerable o dependiente. Aún hoy, me doy cuenta, de que me avergüenzo de sentir en muchas ocasiones lo que siento. Sé, que aquel aviso que me hicieron de niña, sigue impreso en mi subconsciente y me hace despertar, ponerme en guardia y temer convertirme en una víctima, por eso entablo una batalla conmigo misma. Ha habido veces en que me he planteado si era una persona capaz de amar, en su verdadera dimensión. Creo que una de mis características es que soy poco constante en el amor, porque temo que se estrechen los lazos que me unen a una persona determinada. Vivo el amor como una especie de error, y me atormenta la necesidad y el rechazo que me persiguen a un tiempo, cada vez que siento encenderse en mi la llama de la pasión. Hasta fechas muy cercanas mi actitud ante el amor sexual ha estado tintado con ciertas briznas de culpa. Temía tener que renunciar a partes de mi misma, o enfrentarme al hecho de sentirme más débil por ser dependiente emocionalmente de alguien.
Sin embargo el amor no significa tener que pedir permiso para continuar siendo quien se es. el verdadero amor pasa por tomar conciencia de uno, conocerse, comprenderse, perdonarse los fallos y compartirse con el otro sin miedos. Tomar a la otra persona tal y como es, no pretender cambiarla, ni dominarla, darle y exigir un espacio individual y otro compartido, en el que coexistan los dos. El afecto, por encima de todo, pasa por desear compartir los momentos que componen la vida con un compañero de ruta.
Me gustan las crónicas del cosmos. A veces me hacen volar la imaginación, elevándome sobre la tradicional e insignificante preocupación terrena. Hoy, por casualidad, di con un artículo, que informaba sobre una estrella a la fuga. Los astrónomos, utilizaban la luminosa emisión de luz, de la figura estelar, denominada Zeta Ophiuchi, para estudiar la composición química de la materia gaseosa que la circunda, en el espectacular escenario del cosmos. La han aclamado estrella fugitiva, porque se desplaza a una velocidad de85.000 kilómetros por hora, dibujando a su paso una estela de choque, en forma de “arco de proa”.
Al instante de conocerla, sentí cierta complicidad con ella ¿quién no ha sentido, en algún momento, la necesidad imperiosa de marcharse? Lejos, muy lejos ¿De convertirse en fugitiva/o en una determinada situación o vivencia? Desde aquí, doy las gracias, por su inspiración para escribir la siguiente poesía…
Hoy me hice eco, con tristeza velada, de la desaparición de la actriz francesa, que en el pasado escandalizó al mundo, protagonizando lubricas escenas en la película de Bertolucci El último tango en París.
Al margen de la calidad, o la sensibilidad de la obra, que representa un intenso drama de desencantos varios, o retrato de la moral claudicante, como la catalogaron algunos críticos; creo, que a personas como ella se les debe, sobre todo, algo de sensibilidad, y la suficiente empatía como para meternos en la piel, de esa púber mujer, que tras protagonizar una apasionada relación de fuerte violencia verbal y sexual unida a escenas tan crudas, quedo marcada de por vida. Prueba de ello, es que tiempo después rechazo continuar trabajando en la película Calígula u otras de género sexual, tomando la decisión de internarse en un hospital psiquiátrico, junto a su pareja del género femenino.
Quizás, su espíritu aún por modelar, contando tan solo dieciocho años, quedo marcado por la temática del film. Y también por el carácter atormentado del genial Marlon Brando, quien sugirió añadir las escenas de sodomía, ya que en teoría éstas no formaban parte del guión original. Así pues, las lágrimas de María en la escena, que solamente se ensayo una vez, fueron totalmente reales, tan verídicas; que imprimieron en su espíritu una huella indeleble de drama…Y es, contemplando esa imagen inocente, de cuando aún era casi una niña, que surge esta poesía…
Todas aquellas personas que han pasado por algún tipo de crisis interior, o simplemente poseen ciertas inquietudes y profundidad, han llegado a un momento en sus vidas que se han preguntado cuál es el sentido de ésta y si estaban en el camino cierto o equivocado.
Cuando nos hacemos conscientes de algunas cosas que realmente importan, nos enfrentamos a esa epidemia que nos tiene sobrecogidos, que se caracteriza por esa sensación de vacío o inutilidad existencial. Es cuando sobreviene la ya familiar depresión que en un momento u otro de nuestro camino nos ha saludado con menor o mayor efusividad.
Muchas personas se sienten perdidas sin un cometido o un compromiso con el que cumplir y sentirse útiles. Las crisis son necesarias, pues ayudan a ir cincelando nuestro verdadero ser, desprendiéndonos de lo accesorios inútiles de nuestra personalidad y de nuestro ser. Una vez nos conocemos, elegimos libremente lo que experimentamos en nuestras vidas. Cuando profundizamos en lo que nos gusta y necesitamos realmente para realizarnos, y llegamos a reencontrarnos con nosotros, llegamos a lo que estamos llamados a ser, pero detrás ha quedado un largo camino, de preguntas y de dudas, así nació esta poesía...