Cuando se quiere de verdad, no hay orgullo que valga, ni ataduras ni obligaciones auto-impuestas. Se debe querer de tal manera que uno llegue a olvidarse de sí, y sin embargo, de ese olvido ha de nacer la propia sabiduría. Por encima de los intereses propios, están los del ser al que se ama, y si éste nos aparta de su lado para volar en solitario, hemos de despedirlo con un beso en la frente, sin romper los cristales del alma y desearle felicidad allá donde le conduzcan sus pasos. Entonces únicamente nos queda el recurso de la memoria y la poesía para curarnos de los recuerdos.
ACABAR CONMIGO
Me marché de ti,
con ganas de acabar conmigo.
Quería aniquilar
toda sensación
en mí.
Vivía, y sin embargo
la misma vida
se me escapaba
a borbotones,
desde muy adentro.
Caminé por mitad
del asfalto,
pero ningún vehículo
vino a mi encuentro.
¡Ningún antídoto
a mi sufrimiento!
Lágrimas amargas
con sabor a mar intoxicado,
me abrasaban las mejillas.
Salí de tu casa, descalza,
como la condesa
de aquella película
de Ava Gardner...
“Ten cuidado, no te cortes,
hay cristales en el suelo” dijiste
desconociendo que las esquirlas
rotas
antes habían sido fibra
arrebatada a mi interior.
Dolor y más dolor…
Me equivoqué contigo.
“¡Qué seas muy feliz!” te dije.
“Cuídate” me lanzaste apoyado
en el alfeizar de la puerta
que me acababas de cerrar…
Y mi corazón,
ya se descolgaba pisos abajo
viajando a un negro abismo.
Abajo, lloré amargas
lágrimas de fuego.
La sangre manaba sobre
mis manos, mis venas
se vaciaron en mi honda pena.
¿cómo llegué casi a mendigar amor?
¿Cuándo dejé de quererme?
21-3-2011
eres maravillosa
ResponderEliminarVaya merci, sobre todo por el esfuerzo de los ojos de leerte en los míos...
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